¿Por qué leo? ¿Y por qué escribo? Leo porque si no me
aburro. Escribo porque si no podría ser peor. La cabeza no deja de imaginar
vidas posibles, y si no tuviera un papel dónde dejarlas plasmadas me habría
convertido en un mitómano irrecuperable. Escribo desde chico pero recién en los
últimos años me tomé la actividad en serio.
En el 2001 leí “Peleando a la contra” de Bukowski (libro que
se lo presté a alguien, que a su vez lo presto a otro alguien, y así varias
veces, hasta que lo di por perdido). Hubo en ese libro un fragmento que generó
un clik en mí, y que más tarde me llevaría a empezar a escribir. Bukowski
contaba de Chinaski se hizo escritor porque cuando niño se dio cuenta que a la
gente le gustaba que le mintieran.
Les leo ese bendito fragmento de “Peleando a la contra”, que
no era otra cosa que el capítulo 19 de La senda del perdedor.
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